Sentirse en casa: más allá de cuatro paredes
A menudo asociamos la idea de “hogar” con las paredes de una casa, un techo que nos cubre y un espacio que nos pertenece. Sin embargo, ¿es realmente eso todo lo que implica eso de “sentirse en casa”? ¿Es un lugar, o es algo más profundo? La respuesta no es tan simple como podría parecer. Sentirse en casa no tiene mucho que ver con la ubicación física. Sino con algo mucho más allá, como las emociones, relaciones y experiencias que vivimos.
El hogar, creo que es una idea intangible que varía de una
persona a otra. No todos vamos a tener el mismo concepto de “hogar”. Puede que
el hogar de una persona sea en una habitación familiar y su ambiente, un rincón
acogedor o un sofá lleno de recuerdos. Otros, relacionan hogar con el tópico de
locus amoenus. Un hogar para aquellas personas es su lugar ideal en la
naturaleza. Pero para mí (y sé que para otros muchos), un hogar es un conjunto
de emociones, personas y momentos que me hacen desconectar de lo que me
preocupa, de aquello que me hace mal. Mi sensación de “estar en casa” son
personas y momentos que me hacen sentir paz y seguridad. Una conversación con
mi hermana, un viaje con mis padres, un momento en el sofá con mi abuela, un fin
de semana con mis mejores amigas, una película, una serie, un libro… creo que
ese es mi “hogar”.
Vivimos en una sociedad que nos impulsa constantemente a buscar
la independencia, a establecer nuestra propia identidad, a vivir y “ser
nosotros mismos” sin depender de nada ni nadie. Se nos dice que, para ser
felices, debemos aprender a ser autosuficientes, como si el ser humano pudiera
vivir sin nadie que esté ahí a su lado. Yo lo tengo claro, yo no sería “yo
misma” sin esas personas que me llenan, que me hacen ver la vida de otra
manera, que me hacen disfrutar y me dan la mano para ayudarme a levantar cuando
me caigo. ¿De verdad el ser humano puede vivir sin compartir su espacio, sus
emociones y sus experiencias con otros? Yo creo que no.
La verdad es que, cuando nos sentimos completamente en casa,
no es porque estemos en un lugar, sino porque estamos rodeados de las personas
y las experiencias que nos hacen sentir que estamos donde pertenecemos. Podemos
estar rodeados de cuatro paredes a las que llamamos “casa” estando tristes y
solos, eso sigue sin ser “hogar” ni “casa”. Creo que se trata de sentir ese
nivel de confort emocional que solo se alcanza cuando estamos rodeados de lo
que amamos.
Por supuesto, eso no significa que no podamos disfrutar de
momentos de soledad, yo soy la primera que disfruta de estar en su habitación
leyendo, escribiendo, viendo una serie… es como encontrarme a mí misma y pasar
tiempo conmigo para conocerme mejor cada día que pasa. Sin embargo, también es
cierto que los humanos estamos diseñados para conectar, para compartir. El acto
de abrirnos a los demás, no solo fortalece nuestras relaciones, sino que
también nos hace sentir más humanos.
Lo más interesante de este concepto es que el hogar no es
definitivo una vez lo encuentras. A medida que vamos avanzando por la vida, esa
idea de “casa” va moviéndose con nosotros. Un día puede ser hogar un desayuno
con tu familia y esa misma tarde, se añada a la idea un momento que estás viviendo
con tus amigas. Creo que eso es lo más bonito de este concepto, la idea de que
son muchas las cosas que, por pequeñas que sean, nos hace sentirnos bien y
seguros.
Así, cuando nos preguntamos qué significa sentirse en casa,
la respuesta se encuentra en todos esos momentos de conexión genuina con otros,
en la paz de saber que pertenecemos a un lugar y a un grupo de personas que nos
acepta, nos quiere y nos entiende, sin importar dónde estemos.
Comentarios
Publicar un comentario