Entradas

El refugio que pocas personas ven

Con el tiempo me he dado cuenta de que no todo el mundo que está cerca es amigo. Que amistad no es hablar todos los días ni salir de fiesta juntos cada fin de semana. La amistad de verdad es otra cosa. Es esa que aguanta el tiempo, la distancia, los cambios. La que se adapta a las etapas nuevas, a los baches y a los silencios. Y cuanto te paras a pensarlo, no hay tantas personas que encajen ahí. Yo, por ejemplo, puedo contar con los dedos de una mano a mis amigas de verdad. De esas que sabes que puedes llamar a cualquier hora del día porque necesitas hablar. De esas que te escuchan sin juzgarte y te dicen la verdad aunque duela. Las que se alegran de tus logros y los celebras con ellas pero también se quedan cuando todo va mal. Vivimos rodeados de gente, pero a veces nos sentimos más solos que nunca. Y eso es porque no todo el mundo nos ve de verdad. Muchas personas te sonríen, te siguen en redes o te mandan mensajes bonitos… pero no todas te sostienen cuando todo se cae. Por eso, ...

El miedo detrás del esfuerzo

Desde pequeña, siempre he sido esa persona que saca buenas notas. La que se esfuerza, la que va más allá, la que se propone retos complicados pero pretende lograrlos, la que quiere hacerlo todo bien. Y, sin darme cuenta, me convertí en esa persona que intenta ser perfecta siempre. Perfecta para los profesores, para mi familia, para mis amigos y para el mundo. Como si llevarlo todo bajo mi control fuese mi manera de sentir que valgo. Y en parte es así. Me gusta hacer las cosas bien. Me gusta sentirme capaz. Pero también hay algo muy agotador que nadie ve (ni siquiera yo) detrás de todo eso. Porque cuando la gente se acostumbra a que seas “la que lo tiene todo”, empiezan a esperar cosas de ti que a veces ni siquiera te representan. Como cuando mi hermana se graduó en el grado de enfermería: todo el mundo (familiares, amigos de mi hermana, exprofesores de mi hermana…) me decía que yo quería ser enfermera como ella. Como si fuera una norma y estuviera escrito. ¿Y si no quiero eso? Nunca ...

Cuando elegir es un privilegio que no todos tenemos

Hace unos días nos dieron la matrícula para segundo de bachillerato. Supuestamente es un momento importante de nuestra etapa de estudiantes: vas decidiendo las últimas asignaturas que vas a cursas antes de empezar un nuevo camino en la universidad, unas asignaturas que se suponen que conectan más contigo y con tu futuro. Pero en mi caso, y en el de muchas personas que hacemos bachillerato de Humanidades, ese momento ha sido más frustrante que emocionante. ¿La razón? Apenas tenemos opciones. Solo tres asignaturas para elegir. Mientras, echas la vista hacia otras modalidades de bachillerato y ves que tienen más de seis asignaturas para elegir. No es una cuestión de cantidad, sino de identidad. De esas tres asignaturas que se ofrecen en la modalidad de Sociales y Humanidades, dos se encajan más con un perfil de sociales. La única que realmente nos representa, Griego, no se puede cursar porque el año pasado “no salió grupo”. Así que ahí estamos: queriendo hacer Humanidades pero obligados...

No todo vale por un espectáculo

Anoche fue una de las noches más esperadas del año. Estaba deseando que llegara este 17 de mayo tan esperado. Era la gran noche de Eurovisión. Desde pequeña, recuerdo ver este festival de la música junto a mi familia y cada año que pasaba, más interés tenía en él. Anoche vi Eurovisión con una mezcla de ilusión y rabia. Ilusión porque tenía ganas de ver el resultado final de meses de trabajo por parte de todas las delegaciones que trabajan en esto, ilusión porque me gusta la música, el espectáculo, escuchar todos los mensajes que se reivindican en ese gran escenario y porque me gusta la sensación de estar compartiendo algo con miles de personas. Rabia porque, una vez más, se volvió a demostrar que este concurso que tanto presume de fuerza, unión, diversidad, inclusión y valores está lleno de contradicciones. Y rabia porque se sigue permitiendo la participación de un país genocida (ojo, fuera de Europa). Un país que lleva arrastrando miles de muertes, la mayoría niños. Un país como Israe...

¿Y si tenerlo claro también pesa?

Desde pequeños vivimos rodeados de una especie de obsesión por decidir nuestro futuro pronto. Nos hacen preguntas cuando somos pequeños como qué queremos ser, a dónde queremos llegar, qué camino tomar… A nuestra edad, a los 16/17 años se espera que sepamos cosas que, en realidad, ni los adultos tienen del todo claras. Y eso genera una presión tremenda: la de sentirse perdido cuando no tienes ni idea, o la de no poder equivocarte cuando, desde pequeña, has dicho que lo tenías todo claro. En mi caso, siempre supe lo que quería hacer. Desde niña me imaginé dando clase a unos niños y niñas y, años más tarde, me decidí por estudiar filología hispánica para poder llegar a ser profesora en un centro educativo de secundaria. Aunque a veces haya cambiado de idea algunas veces, siempre vuelvo a esta idea de enseñar y poder ser profesora. En parte creo que es algo bonito, porque te da una especie de dirección para tomar y de motivación. Pero también tiene su cara B: cuando tú ya “tienes claro t...

"El pianista": Recordar para no repetir

 Hace unos días vi El pianista por primera vez. Llevaba tiempo queriendo ver esta película pero nunca llegaba el momento. Al estar hablando sobre ella en clases de filosofía, decidí que este era el momento ideal para verla. Sabía que lo que iba a ver iba a ser una película dura, ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Siempre me ha interesado todo lo que tenga que ver con este periodo de la historia, pero debo reconocer que nunca estoy al 100% preparada para la intensidad con la que me remueven estas cosas por dentro. Ver una historia así en una pantalla, tan cruda y real, es muy diferente a leerla en un libro de historia. Porque no solo ves lo que pasó, sino que lo siente, vives la historia a través del protagonista. Y eso duele, enfurece y te hace pensar sobre muchas cosas. La historia de Wladyslaw Szpilman, un pianista judío en Varsovia en el año 1939, es el reflejo del sufrimiento de millones de personas. La forma en que la película muestra el proceso de acabar con la poblac...

Sentirse en casa: más allá de cuatro paredes

A menudo asociamos la idea de “hogar” con las paredes de una casa, un techo que nos cubre y un espacio que nos pertenece. Sin embargo, ¿es realmente eso todo lo que implica eso de “sentirse en casa”? ¿Es un lugar, o es algo más profundo? La respuesta no es tan simple como podría parecer. Sentirse en casa no tiene mucho que ver con la ubicación física. Sino con algo mucho más allá, como las emociones, relaciones y experiencias que vivimos. El hogar, creo que es una idea intangible que varía de una persona a otra. No todos vamos a tener el mismo concepto de “hogar”. Puede que el hogar de una persona sea en una habitación familiar y su ambiente, un rincón acogedor o un sofá lleno de recuerdos. Otros, relacionan hogar con el tópico de locus amoenus. Un hogar para aquellas personas es su lugar ideal en la naturaleza. Pero para mí (y sé que para otros muchos), un hogar es un conjunto de emociones, personas y momentos que me hacen desconectar de lo que me preocupa, de aquello que me hace ma...