El voto es la herramienta más poderosa de la democracia. En teoría, elegimos a nuestros representantes para gestionar el bien común, para tomar decisiones que mejoran nuestras vidas. Pero, ¿qué pasa cuando esos mismos representantes dejan de gobernar para el pueblo y empiezan a jugar entre ellos como si la política fuera un tablero de ajedrez? Un ejemplo reciente de esto es el rechazo a la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública en el Congreso de los Diputados. Esta agencia estaba diseñada para mejorar la prevención de enfermedades y la gestión de futuras crisis sanitarias en el país. Sin embargo, su aprobación fue bloqueada no por falta de necesidad o de desacuerdo, sino por un estilo de venganza política: partidos políticos que inicialmente apoyaban la propuesta cambiaron su voto en el último momento como revancha contra el Gobierno por otras disputas. La política, a menudo, parece más un juego de poder y de egos que un proceso para mejorar la vida de los ciudadanos ...
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